Por Rafael Rodríguez Moreno
Son innumerables las huellas escondidas en el paisaje que traza las aguas del Guadiamar. Vestigios de los primeros cazadores y recolectores, fundidores de Cobre o la Plata, de los tartesios, fenicios, turdetanos, cartagineses, romanos, visigodos, andalusíes… pasan inadvertidos a nuestro lado.
El río Guadiamar, navegable en la antigüedad, ha propiciado la proliferación de asentamientos en nuestro entorno. Restos de antiguos puertos fluviales, molinos medievales, ciudades perdidas, acueductos, alquerías almohades, emergen entre olivares, jaras y romeros, en el bosque galería y de ribera del Corredor Verde que hace de la visita de estos parajes históricos un reencuentro con el pasado en un paisaje que recrea los humedales y marismas de tiempos atrás.